MICROBIOTA Y SALUD
Hablar de microbiota es hablar de una gran parte de nosotros mismos. Es nuestra parte microscópica formada por microorganismos, la cual cambiará constantemente a lo largo de nuestra vida. Los humanos somos, de hecho, superorganismos gobernados y cuidados, en parte, por los trillones de microorganismos que hospedamos. Bacterias, hongos, parásitos y virus. De todos ellos solo el 1% es perjudicial para nuestra salud.
Todo este conjunto de microseres son lo que llamamos microbióta. Este viaje juntos comienza con la esperma seminal y la vajina de nuestros genitores. Ya en el embrión existe microbiota que junto al líquido amniótico contribuyen al desarrollo saludable del este. Durante el parto a través del canal vaginal nos permite tragar las bacterias que están en el perineal de nuestra madre. Siendo esta nuestra primera “vacuna”. Gracias a la lactancia desde el seno materno este proceso continuará su curso.
Nosotros aportamos el terreno, el ambiente, el medio donde la microbiota pueda desarrollarse de manera correcta y ella nos provee buena salud. Estamos en convivencia de mutua ayuda. «El papel de lo infinitamente pequeño en la naturaleza es infinitamente grande» Pasteur.
Así pues tenemos que los patobiontes son los microbios endógenos benignos que tienen la capacidad, en condiciones de un ecosistema alterado (disbiosis), de provocar determinadas patologías. La disbiosis es la pérdida del equilibrio entre las células de un organismo humano y las células bacterianas (microbianas, en general) que lo habitan. Este desequilibrio en nuestra vida normalmente se debe a la ingesta continua de ciertos medicamentos, metales tóxicos, alimentos ultra procesados con aditivos, endulzantes o azúcares añadidos, emulsionantes, aceites parcial o totalmente hidrogenados, etc.
La microbióta intestinal es la más conocida (flora intestinal). En ella se producen muchas sustancias diferentes como vitamina K, vitaminas del grupo B, metabolitos (ácidos grasos de cadena corta), entre otras. Estas sustancias luego viajan al resto de nuestro cuerpo a través de la sangre. De allí que se hable de los diferentes ejes o influencia de la macrobiótica en el organismo. Ejemplo; el eje microbiótica cerebro, microbiótica hígado, microbiótica y mucosidades, microbióta e intestinos, microbióta y la piel, microbióta y encías, microbiótica y caída del cabello, etc.
Algunas de las funciones más importantes es la de enseñar al sistema inmunitario a poder distinguir lo que le puede resultar perjudicial o beneficioso al funcionamiento de nuestros órganos. Defendernos de los microorganismos malos como bacterias o virus que nos puedan llegar a provocar infecciones o patologías afines. Procesa los alimentos que comemos contribuyendo en la metabolización de todas las calorías que ingerimos.
Para mejorar tu microbióta se aconseja practicar una cocina tradicional y seguir una dieta alimenticia prebiótica y anti inflamatoria. Conjuntamente con un ayuno intermitente y nocturno de hasta dieciséis horas.
CUIDA TU MICROBIOTA QUE ELLA CUIDARA DE TI.
Para mayor información consulta con tu médico o terapeuta de confianza.